Yo también sufrí que mis tacones se hundieran en el césped y en la hierba. Pero no m importó, lo único que controlar taconazos, no pisarse el vestio, subir algun que otro escalón como había en los jardines de mi restaurante, ramo e ir cogidita de la mano del marido, no es tarea fácil, os lo aseguro. Eso sí, lo supe llevar con dignidad
Pero mis zapatos no sólo acabaron sucísimos, lo cual, en mi caso, pude limpiar fácilmente, sinó que la piel quedó destrozada. Los he pegado y arreglado pero sólo para el recuerdo. No son aptos para reaprovecharlos. Es lo que tiene la naturaleza. Muy bonita pero también pelogrosa, jajaja